Bernard Madoff

Bernard Madoff

29 oct 2009

Aspectos de la importancia de la Ética para los Negocios aplicados al caso Madoff (realizado por Emily Cossio)

La confianza juega un papel importante en la formación y consolidación de un mercado exitoso y para esto, es necesario que sus participantes presenten comportamientos éticos. Es evidente que Bernand Madoff dejó de lado sus principios éticos para montar el mayor fraude financiero de la historia. A continuación, tomando como base este caso, se presentarán cuatros aspectos de la importancia de la práctica de la ética en los negocios.

1. Mantener el equilibrio para cubrir los intereses de los stakeholders

Richard Edwan Freeman definió stakeholder como “cualquier grupo o individuo que puede afectar o ser afectado por el logro de los objetivos de la empresa”. Es decir, estas personas interesadas en una organización podrían verse afectadas por las decisiones que se tome en ella. Es propio del buen manejo de un negocio, que el gerente y todo el equipo detrás de él velen por el beneficio de cada participante que coloca su confianza en ellos, pero lógicamente, dentro de lo ético.

En el caso de Madoff, se sabe que utilizaba el dinero de multimillonarios de todo el mundo, propietarios de reconocidos bancos, dueños de grandes fortunas e inclusive, personas con las mejores asesorías financieras del momento. En lugar de realmente invertir los fondos en acciones de grandes compañías, etc., utilizaba el dinero de sus clientes para ir pagando y cubriendo a los inversores más antiguos, ofreciendo rentabilidades de hasta el 12%.

Por otro lado, Madoff reconoció que pagó a sus clientes “con dinero que no estaba allí” y que operó y perdió dinero de inversionistas institucionales. Al actuar de esa manera, engañando a cada víctima y, además, propiciando que más se vean animados a obtener tan altas rentabilidades, Madoff demuestra que sólo velaba por sus propios intereses a costa de todo aquel que confió en el.

Es una clara demostración que la toma de decisiones se daba en base a la ambición por obtener mayores beneficios personales por encima del equilibrio de los intereses de los stakeholders, perjudicando la integridad de su propia empresa.


2. Hacer lo correcto, aunque no esté mandado por la ley

Bernard L. Madoff parecía ser un hombre del sistema por varios motivos. En primer lugar, su empresa Madoff Investment Securities era reconocida mundialmente entre las grandes compañías financieras. En segundo lugar, fue ex presidente del consejo de administración de NASDAQ (National Association of Securities Dealers Automated Quotation), que es la bolsa de valores electrónica más grande de Estados Unidos. Además, era reputado experto de la bolsa neoyorquina y por si fuera poco, tenía fama de filántropo.

Todo lo anterior, sumado a que tenía rostro bonachón y poseía un talento sereno que despertaba confianza, hizo que nadie dudara de él, ni de sus operaciones ilícitas. A medida que pasaban los años, Madoff crecía y ganaba credibilidad, entonces, los reguladores pensaban que verdaderamente “pertenecía al sistema”, pues no había signos evidentes de fraude.

Obama y un grupo de socialistas han tratado de atribuir el fracaso del Estado a su supuesta falta de competencias, incapacidad y mala regulación, por lo que reclaman un “cambio en la ética de Wall Street”. El escándalo de Madoff se trata de otra mancha en el historial de la SEC (siglas en inglés de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos), que ha sido criticada por permitir excesos financieros que han llevado a la actual crisis en los mercados.

Por último, los investigadores del caso hallaron que Madoff usó falsificaciones y delitos informáticos para confundir a las autoridades. Se trataba de programas falsos, como uno para hacer creer al inversionista que estaba recibiendo cifras en tiempo real, que finalmente evitaba que las autoridades se dieran cuenta de la estafa.

Madoff manipuló las normas y aprovechó de tales fallas del gobierno con el fin de alcanzar la riqueza. Entonces, no sólo vulneró las pocas disposiciones jurídicas, sino también los principios éticos sobre los que ha de asentarse cualquier sistema financiero. ¿Es esto correcto? El imperio económico que había construido a lo largo de las últimas décadas tenía sustento en la codicia, la estafa y la corrupción.


3. Impedir que el poder aísle y corrompa

El psicólogo Iñaki Piñuel, autor de “Liderazgo Zero” afirma que la historia de Madoff es una clara representación de la corrupción del alma. Indica que esto ocurre cuando la conducta de las personas hace que se traicionen a sí mismas - a su conciencia moral- pues en última instancia, todos los seres humanos sabemos cuándo estamos haciendo lo correcto y cuando no. Madoff ha logrado confesar que él siempre supo que estaba haciendo mal, pero no hizo nada para detener todo lo que había generado. Marginó sus valores esenciales para lograr su propio beneficio.

El autor también señala que el exceso del egoísmo ciega y termina atrapando a las personas en un espiral que no se detiene nunca y están marcados por el deseo, la ambición y la codicia. Esa es la forma como muchos directivos se van perdiendo, pues con el tiempo, terminan olvidando la perspectiva de su función profesional y dedican tiempo y dinero en protegerse y proteger lo que poseen. Comienzan a ser esclavos del miedo a perder lo que han conseguido, se aíslan en sus despachos e intentan compensar su malestar con el placer a corto plazo que les proporciona la vida material. Paro conseguirlo, necesitan cada vez más dinero y finalmente, eso los puede llevar a cometer todo tipo de estafas en sus propias empresas.

Bernard L. Madoff poseía ese poder e influencia de convencer que todos podían confiar en depositar en sus manos la gestión de sus capitales propios. Por su lado, François Pérez, director comercial del Instituto de Formación Avanzada (INFOVA), indica que la gestión del poder no es nada fácil, pero no es tanto el poder lo que corrompe a las personas, sino su falta de valores éticos y de consciencia sobre lo que verdaderamente importa. En las corporaciones, se debería poner mayor énfasis en el autoconocimiento y el crecimiento personal para que cada ejecutivo se cuestione a sí mismo. Existen muchos directivos, señala, que todavía creen que la felicidad depende del logro de objetivos y metas, así como de la satisfacción de sus deseos económicos y materiales, reconocimiento y poder. Sin embargo, la verdadera felicidad depende de la integridad entre los valores éticos y el comportamiento ante los demás y a la organización a la que se representa. El poder sólo corrompe a aquellos que les es difícil ver cómo sus actos corruptos tienen efectos perjudiciales sobre su propio bienestar. François Pérez concluye que "sólo aquellos que sirven a los demás con ética, empatía y humildad están predestinados a conservarse en lo más alto".

Madoff debió comprender que tenía que actuar con ética y responsabilidad no sólo por tratarse de él y los daños que sus actos podían causar a su familia, sino del profundo perjuicio que ocasionaría a las instituciones y personas que se supone servía, quienes depositaron su confianza e invirtieron parte de su capital y que, a pesar de sus amplios conocimientos económicos, simplemente no supieron percibir que estaban siendo víctimas de una gran estafa.


4. Brindar información certera, clara y oportuna

Madoff utilizó el esquema piramidal Ponzi para estafar a los inversores, prometiendo elevadísimos rendimientos. La representación gráfica sería como una pirámide invertida, de modo que en la base encuentra Madoff, el creador de la compañía, quien invita a otras personas que formen parte de su lucrativo negocio. Para esto, se basó en sus supuestos conocimientos sobre inversión y economía, y aprovechó ser un personaje reconocido en el campo de las finanzas del Wall Street. Entonces, vendió la idea de que gracias a que obtenía información privilegiada y a su conocimiento en el tema, los beneficios serían superiores a los que se alcanzarían invirtiendo en otros productos financieros, como los que ofrecen los bancos y las cajas de ahorro. Lo cierto es que sólo él y quienes lo ayudaban sabían que realmente no se invierte el dinero, sino que el único negocio es pagar a los sucesivos socios con el dinero que van invirtiendo los últimos en llegar. En sí, el producto no tiene valor alguno.

Cabe mencionar que Madoff sobrevivió a la era punto-com, algo muy difícil de creer. La SEC ha alegado que Bernad Madoff no facilitaba a sus clientes tener acceso a sus cuentas por internet, mientras que la mayoría de “hedge-fund” lo hacen para facilitar el análisis de sus inversores. Por el contrario, enviaba los informes por correo ordinario, según Washington Post. Por lo tanto, hay cosas que ahora parecen obvias según G. Richard Shell, profesor de Ética empresarial y Derecho de la Wharton University of Pennsylvania. Él menciona que Madoff informaba a sus clientes sobre intercambios de opciones para un solo cliente y mostraba cifras que supuestamente realizaba. Se demuestra que engañaba a sus clientes con información poco real y como ellos no compartían sus informes entre sí, no se daban cuenta de las evidencias. Además, señala el profesor, a veces uno no quiere darse cuenta de las evidencias que son contrarias a tus creencias. “Así que simplemente recibes el informe, lo pones encima de tu mesa y te olvidas de él”, menciona el profesor.

En un negocio, tenga el tamaño que tenga, debe primar siempre actuar con ética y esto se relaciona con el hecho de ser transparentes al brindar información. Tanto con la misma organización y los clientes para los que se sirve, como para cada uno de los agentes que intervienen en él, incluyendo evidentemente, el sistema regulador.

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